Las pantallas daban la bienvenida al Calamaro Planet, un lugar donde las musas ya no son tan urgentes, que se deslizan con facilidad y donde el rock late al ritmo de corazón y lo cotidiano se vuelve canción, pero el ir contra la corriente sigue más firme que nunca cuando abrió el concierto con El salmón agitando el alma, el cuerpo y las gargantas de la gente que coreaban el anti himno del poeta mal hablado para cambiar el ritmo a Los chicos, tema de abre su último trabajo, mantenido el listón bien arriba.
Con campera de cuero, pañuelo al cuello y jean el hombre de las mil pieles recorrió el escenario sin dejar a nadie fuera de la fiesta y la arenga popular se lo devolvía con una devoción constante con el “ole, ole, ole, Andrés, Andrés”.
Todo fue un mix entre los nuevos y los viejos temas, sin que se notara la diferencia y sin palabras, solamente las justas para cada ocasión Calamaro hizo Tuyo siempre, Mi gin tonic, Ok perdón, Todo lo demás, Te quiero igual y Carnaval de Brasil y la canción-himno de todas las chicas: Paloma.
El recuerdo para su compañero en Los Rodríguez, el bajista Daniel Zamora y el periodista Víctor Suerio al que “le agradecemos que nos prestó el nombre para cantar tantas noches”.
Luego llegó el mini set “del disco rebelde por excelencia, El Salmón” con Días distintos, Lo que no existe más y Crucifícame. El clima rockero apenas bajo los decibeles con la romántica Soy tuyo, que interpretó junto a Cachorro López para continuar con Los aviones y Crímenes Perfectos. Pero ese instante se disipó rápidamente cuando convocó a Ciro Fogliatta para hacer Madison blues y dar paso para presentar a la banda, para continuar después con Sexy y barrigón, Horarios esclavos y Canal 69.
La previa estuvo en las manos de la banda española Fito y Fitipaldis que luego Calamaro invitó para el cierre disparando directo al corazón y otra vez miles saltando y coreando Me arde, Quiero ser una estrella, Alta Suciedad y otra vez el suspiro de las chicas y el adiós con Flaca.
Ya todo había terminado pero la gente no daba respiro y resonaba con fuerza el “ole, ole, ole, Andrés, Andrés” y él con los brazos en alto agradeciendo la devoción ante tanto cariño. Calamaro volvió a noquear con versatilidad musical, entre el vaivén delicado y extremo de las melodías y una poesía en estado puro permanente.
El respaldo del El Salmón
Acompañaron a Calamaro en la dos noches en el Club Ciudad: Tito D’Avila (órgano), Diego Gallardo (guitarra), Julián Kanevsky (guitarra), Candy Caramelo (bajo), El Niño Bruno (batería), Daniel Suárez y Cóndor Sbarbati (coros).
Luis Viviant
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