Nadie se quedo afuera de la fiesta, la más concurrida de todas las noches de Festival, con un Calamaro movedizo por el escenario, y a través de la pasarela donde se fundía en uno con la multitud. Todos recibieron su caricia, en la que el cantante administró en buenas dosis sus canciones más aclamadas como Estadio Azteca y las inoxidables Flaca y Paloma y el giño para el público salmonero con Chicas y Corte huracán que se coló en medio de Loco.
Después de Los aviones llegó el momento tanguero con Jugar con fuego desde Honestidad Brutal acompañado en el piano por Tito Davila para cerrar el set con Los mareados, que la gente escucho con atención y el músico agració el gesto. Tras deleitarse con unos sorbos de mate, el clima subió con Te quiero igual para conectar las melodías con el espíritu de Bob Marley en Woman no cry.
En una extensa y filosa zapada de blues presentó a los músicos que sirvió como previa para una versión de Elvis está vivo más acelerada junto a Candy Caramelo, para después interpretar de manera excepcional El día de la mujer mundial con un solo de guitarra final por parte de Andrés.
En este concierto Calamaro explotó al máximo su lado de frontman con la que acompaño haciendo "diabluras vocales", como le gusta llamar a sus improvisaciones con la voz, para dejar de lado su costado musical y dejárselos a sus compañeros de ruta.
Para cerrar bien alta la fiesta Sin documentos y Canal 69 hizo presente el rock-stone Rodríguez y el anuncio: "Nos vemos en diciembre, en La Plata, con el Indio", soltó Calamaro hacia el final.
Andrés no se guardó nada en un concierto impecable por donde se lo mire, que apoyado en cuatro guitarras descansa su extenso repertorio con el que pasó a ser la lengua, el corazón y el pulso del pueblo.
Luis Viviant
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