Sin mediar palabras y ante la ovación de la gente y vestido completamente de negro, con sombrero vaquero y lentes oscuros, puso primera a la maquinaria rockera para comenzar la noche con El club de los imposibles para luego saludar al grito de “¡Hola cabrones!”, y sin respiro seguir con Hay muy poca gente y Bujías para el dolor.
El zaragozano, durante dos horas y media de concierto, pasó por el blues, la música de fanfarria, la de cabaret, interpretando Sí y Contar contigo del disco Flamingos, y la de piano bar para volver con más intensidad al rock con Apuesta al rock and roll y El extranjero.
La comunión de la gente con el ex Héroes del silencio fue de devoción y de máxima entrega en la que Bunbury dejó corear, de manera casi ensordecedora, el estribillo en los temas Alicia, Infinito y el momento de mayor éxtasis de la noche con El jinete.
Luego ofreció una versión rockera de Lady blue para luego repasar No me llames cariño y El rescate del álbum El viaje a ninguna parte, Solo si me perdonas de Pequeño para volver a subir aún más la puesta rockera con Doscientos huesos y un collar de calaveras y El hombre delgado que no flaqueará jamás, de su último trabajo.
Bunbury regresó a los escenarios argentinos luego de cinco años con una banda todo terreno en el que la actitud y la energía, en constante ebullición, marcó los diferentes momentos, entre circense y de cabaret, de la noche para recalar en un cierre intimista con el español mirando a los ojos a los espectadores para entonar “Canto (el mismo dolor)”, y el adiós emotivo con “La Chispa adecuada”.
Luis Viviant
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