En esta ocasión, la riqueza del material obtenido obedeció al descubrimiento accidental del pozo de albañal de la propiedad, que data de la primera mitad del siglo XIX. Según explicó el director del Centro de Arqueología Urbana de la Facultad de Arquitectura de la universidad de Buenos Aires, arquitecto Daniel Schávelzon, el marco de acceso al pozo es una estructura de 1,20 m de lado construida en ladrillo y barro, con arcos de refuerzo hasta una profundidad de 3,50 m.
A esa profundidad es donde se están hallando numerosos objetos que el equipo que acompaña al arquitecto Schávelzon, integrado por la restauradora Patricia Frazzi y los estudiantes de antropología Carlos Chiappe y Julieta Penesis entre otros, se encarga de tamizar y limpiar para su posterior clasificación.
Es de señalar que en esta nueva exploración de la historia cotidiana de las familias que habitaron San Isidro, se están realizando gracias al aporte económico del vecino Mariano Lovardo.
Los trabajos continuarán, al menos, una semana más en razón que el yacimiento arqueológico promete el hallazgo de nuevas sorpresas a mayor profundidad a la que están trabajando actualmente.
Los objetos hallados -al igual que los de las primeras excavaciones arqueológicas en lo de los Alfaro, también a cargo de Schávelzon- pasarán a engrosar las vitrinas del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal.