Hinchas de Nueva Chicago y Tigre se enfrentaron duramente con fuerzas policiales al término del encuentro en que este último equipo logró el ascenso a primera división, determinando la pérdida de la categoría de los locales.
El árbitro Gustavo Bassi les dijo al técnico Diego Cagna y sus acompañantes que se refugiaran debajo del techo del banco de suplentes para continuar el juego.
Pero en ese instante los policías que estaban apostados detrás del arco que ocupaba Carlos Navarro Montoya "desaparecieron" del lugar y los hinchas de Nueva Chicago que ocupaban esa tribuna empezaron a ingresar al campo de juego.
Cuando sobre el descuento hubo un penal en favor de Tigre estos hinchas ingresaron al campo de juego, "desnudaron" al Mono y obligaron a Bassi a dar por terminado el encuentro.
Al no advertir presencia policial alguna dentro del campo de juego, los hinchas locales se fueron contra la otra cabecera que ocupaban los de Tigre y comenzaron a lanzarles proyectiles.
Después de varios minutos de agresiones incontrolables, los policías en cuestión reaparecieron en la tribuna de Tigre, pero en vez de impedir que fueran atacados por los de Chicago intentaron alejar a los hinchas de Tigre, lo que provocó enfrentamientos y corridas.
El escenario caótico se trasladó entonces a la calle, donde los hinchas de uno y otro equipo se enfrentaron con las fuerzas policiales que habían salido antes de finalizado el encuentro.
Los aficionados visitantes se subieron a los micros que los trajeron desde Victoria y huyeron del lugar, en tanto que los locales seguían lanzando proyectiles, esta vez a los efectivos que, finalmente, lograron disuadirlos con gases lacrimógenos.
Los alrededores del estadio de Nueva Chicago quedaron sembrados de proyectiles y una densa humareda provocada por los gases, en tanto en el interior del estadio las lágrimas de los hinchas locales se mezclaban con las de los otros que sufrían por esas emanaciones tóxicas.