Ocurre que, en esta última edición del certamen de baile, lo que antes era un intercambio verbal pintoresco se convirtió en una confluencia de insultos de mal gusto y lenguaje soez, cayendo muchas veces en racismo y discriminación.
Porque, entre los participantes del ciclo, se tomaron el trabajo de establecer, cual si se tratara de una estructura social nazifascista, categorías que dividen a bailarines y jurados en "grasas", "finas", "huecas", "intocables" y "viejas".
Y Moria fue categorizada por su edad por más que una participante disconforme por la puntuación.
"Todo lo que sea con respecto a pegarme con la edad no me preocupa; tengo mi autoestima en el cielo -aclaró la desprejuiciada diva-. No tengo rollo con la edad porque no la oculto. No tengo los pesos que puede llevar la gente con frustraciones por la edad. Me 'nefrega'".
Próxima a ser abuela gracias al embarazo de su hija Sofía Gala, en declaraciones realizadas en el programa "Intrusos" de América Televisión Moria no solamente expresó su satisfacción sino que describió el hecho como "mágico".
"Es como si te anunciaran doblemente que vas a ser mamá. No pensé en el bebé que va a venir sino que pensé en Sofía chiquitita. Me da ternura. Me dio mucha felicidad aunque el término abuela no me parece lindo porque está asociado a la vejez y al maltrato. Acá abuelos felices no vemos. Tendríamos que tener abuelos maravillosos que significaría la evolución de un país, pero tenemos abuelos haciendo cola para cobrar una jubilación", espetó.
Para volver a "Bailando por un sueño", la artista que ya cuenta con casi cuatro décadas de trayectoria confesó que le causa "mucha gracia" todo lo que se genera alrededor del reality.
"Me parece un show maravilloso; entre la bizarrez y el reality es un show imbatible. Tiene acceso un target de gente que nunca hubiera soñado estar en televisión y es bueno que esté. Es como una playa: te encontrás con un villero y con uno de la Avenida Alvear", detalló Moria.
Y detalló que, en "Bailando por un sueño", "está todo mezclado y la high trata de 'esnobear' a los que no son high y entran en la licuadora de la tele y salen todos mezcladitos".
"No es fácil estar expuesto y estar en el programa de otro sintiéndose dueño. En el fondo, cada uno siente que le pertenece un pedazo del reality. Pero el dueño del programa es Tinelli -dijo-. Y si Tinelli no mezclara cierta gente como la mezcla, tal vez no tendría el éxito que tiene".
Casán fue aún más lejos y comparó a los participantes de "Bailando por un sueño" con el fenómeno que alguna vez pudo protagonizar Ricky Maravilla actuando en el selecto Hotel Conrad de Punta del Este y siendo de extracción humilde. Y, en la misma línea, también citó el caso de "La Tota" Santillán, quien gracias a la televisión y según la misma Moria "ahora es un galán" y "hasta mete cuernos". "Es la reivindicación del gordo", dijo, en alusión al bailantero.
Particularmente sobre los calificativos vertidos hacia su persona, sobre todo por el tema de la edad, la artista que ronda los sesenta años con una figura impecable y una trayectoria de las más significativas en el espectáculo argentino, dijo tener "cero envidia" de las más jóvenes y de las más esbeltas, como puede ser la modelo Dolores Barreiro.
"Se van enojados todos con el jurado, no pueden soportar que se los mande al teléfono", dijo, en relación con las críticas tanto del marido de Barreiro, Matías Camisani, como de Gladys Florimonti, quien era su amiga hasta antes de ser eliminada del concurso.
Es que Moria también fue participante de "Bailando por un sueño", y no solamente jurado. "A mi cuando me echaron del certamen, no le eché la culpa a nadie, ni se me ocurriría -enfatizó-. Toda la gente en este certamen se vuelve loca. Hay que hacerles una lobotomía a todos". (Reporter)