Por su parte, el director de información de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB, por sus siglas en indonesio), Sutopo Purwo Nugroho, aclaró que los animales son una de las razones por la que algunos habitantes se niegan a salir de la zona establecida en un radio de hasta 12 kilómetros alrededor del cráter.
"A menudo es difícil evacuar a la gente de sus hogares. Incluso cuando el volcán entra en erupción, los residentes no se van por varias razones, una de ellas es conservar las vacas", dijo Nugroho en un comunicado, citado por EFE.
Mientras tanto el Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos, que elevó el día 22 el alerta de erupción al nivel 4, el máximo, registra desde hace días un incremento constante de la actividad a través de movimientos volcánicos, energía térmica y volumen del volcán.
Las autoridades instalaron el miércoles sirenas móviles para avisar a la población de una posible erupción, mientras que las comunidades y algunas ONG asisten a los desplazados en más de 508 refugios de nueve distritos de la isla, en su mayoría abarrotados.
Los expertos advierten de que es imposible tener certeza de si habrá una erupción de este volcán que se levanta 3.031 metros sobre el nivel del mar.
Además, las autoridades locales mantienen su campaña de que no hay peligro para los turistas y el aeropuerto internacional de Bali Ngurah Rai, en Denpasar, la capital, opera con normalidad.
También, se diseñó un plan para reconducir el tráfico aéreo a otros aeropuertos en caso de que la erupción inutilice el de Bali Ngurah Rai.
El BNBP indicó hace una semana que la actividad que muestra Agung es similar a la registrada antes de la erupción de 1963, que mató a más de 1.100 personas.